Imaginad que entráis a un bosque, donde a la izquierda comienzan unas ruinas por debajo del sendero, y de tanta variedad de vegetación que hay, no puedes ver a un metro de ti.
Esto es lo que pasa, cuando te invitan al ¨Vallone Porto¨ muy cerca de Positano, donde su guardián, el artista Gianni Meniquetti te espera con su típica vestimenta pintoresca, sus tatuajes y su larga barba trenzada.
Tuve el placer de conocerlo, en una exposicion en Positano hace tres meses, donde se exhibian una serie de fotografías y fue la primera vez que oí hablar del Valllone Porto.
Nos conto su historia, como llego en 1971 cuando solo tenía 18 años, al conocer a su gran inspiración, la artista Australiana Vali Myers, y juntos convivieron durante 40 años en este increíble paisaje creando obras junto todos sus animales.
Pocas personas han tenido la oportunidad de conocer este valle, ya que como guardián, ha protegido intensamente el área, luchando por evitar que lo cambiaran. Cuando llego, Vali Myers, le enseño el lugar donde vivía sola, únicamente rodeada por la naturaleza salvaje de la zona, los animales, y sus creaciones.
Nuestro protagonista, decidió que su vida se iba a convertir en un aislamiento en una de las zonas más visitadas de Italia. Esto solo fue posible gracias a desconocimiento de los turistas de este lugar, una puerta, que está cerrada, un sendero que solo se puede hacer a la luz del día para inexpertos, y un par de buenos zapatos.
Su lucha por defender el Valle ha sido constante,no fue hasta hace pocos años, que consiguió, la protección del gobierno, y por ello, no se podrá tocar, como el mismo dice ¨mientras yo viva¨.
Una vez subes el sendero, trepas, dejas de respirar por la belleza del paisaje, aparece el, con su sonrisa permanente, y te saluda en un perfecto ingles, dándote la bienvenida.
Se podía sentir que nuestra presencia perturbaba el ambiente, aunque Gianni no pudo ser más encantador, no había espacio en ese lugar más que para él, los animales se agitaron en cuanto nos vieron, se empezó a crear alboroto y la paz del lugar, en cierto sentido se rompió.
Nos dejo entrar a su casa, la cual, cada año debe volver a pintar, pero no de colores típicos del bosque, nos explico que, le inspiro el banco y los colores difíciles de encontrar, para guiarle siempre hasta su hogar. Una vez atraviesas la puerta y pasas junto todos los animales que ahí viven con él, entras al paraíso del arte, una casa hecha completamente por un gran artista como es el, las paredes blancas con detalles de mosaicos, en oro, una puerta magenta, con símbolos, que para mi desgracia nunca llegare a entender, unas ventanas, que eran antiguas jaulas de pájaros, una silla preciosa, donde cuelgan todos sus chalecos, los cuales son su seña de identidad.
Un paraíso sin electricidad, sin agua, más que la del riachuelo y la cascada cerca de la casa, sin cobertura, integrado completamente en el paisaje, y con la presencia continua de Vali Myers.
Esta presencia se puede identificar en cuanto levantas la vista, por la escalerita de madera que lleva a una cama y a la derecha, como si de una presidencia se tratara, la foto más famosa de la australiana con los tatuajes y la pintura en la cara, observando su querido hogar.
Nos llevo por otro sendero deteniéndose en cada planta, no ha estudiado botánica pero tras tantos años observando la vegetación de su valle, se ha convertido en un experto. Nos conto como van cambiando en cada estación y como el cambio climático, ha hecho que crezcan mas plantas tropicales en la zona.
Nos llevo hasta una cascada espectacular que deduje era una ducha magnifica, en la cual se pueden ver ranas intentando pasar desapercibidas entre las rocas
Lo que más me llamo la atención, fue la pasión con la que hablaba del paisaje, de cómo los seres humanos destrozamos todo a nuestro paso, y razón no le faltaba. Si se convierte en un lugar turístico la belleza de lo virgen desapareceria.
Un hombre afable, simpático, con mil historias que contar, que a través de sus obras, comparte a su manera, el paraíso increíble y duro al mismo tiempo en el que vive.
Duro, porque vive completamente solo sin mayor lujo que la naturaleza de la que se rodea, con largos inviernos de pocas horas de sol, dedicándose a sus animales que es una de sus pasiones más queridas.
Fue a la vuelta del paseo, cuando nos presento a esta gran pasión y fuente de inspiración perros, patos,gallinas, pajaros, conejos… una lista interminable, todos ellos en una libertad absoluta, de hecho en su exposición a la que fuimos esa misma noche hay un pergamino donde ha ido escribiendo en orden alfabético cada uno de los perros que han vivido con él en el valle y de quien eran hijos, debo decir que fue una de las obras que más me gusto, ya que se acordaba de cada uno de los 300 que integraban la lista e iba contando anécdotas.
De hecho tuvo dos burros, pero era tal su amor por ellos que cuenta, entre risas, que era él quien subía por las rocas el peso de los materiales en vez de los burros y mientras lo contaba comentábamos los que estábamos ahí que nos lo creíamos completamente.
Un hombre que no quiere visitas, no quiere el reconocimiento de la gente, ni la fama. Cuando escribió su libro en memoria a su gran amor: ¨Vali Myers: A Memoir¨ , muchos curiosos vinieron en su búsqueda al valle y el comenta, que siempre contestaba, que le conocían por que vivía solo en un valle y así quería que continuara.
Un hombre sumamente inteligente, que mientras hablas te escucha atentamente como si fuéramos a decir algo que pudiera interesarle.
Una vez sales del valle, completamente convencida que es el lugar más bello en el que has estado, no puedes dejar de preguntarte, si debería o no ser un privilegio el poder verlo. La exclusividad es un lujo, y en este caso, no tiene nada que ver con lo material ya que no hay precio que nadie pueda pagar para poder acceder a el. Debería seguir protegiéndose mediante el anonimato o debería igual ser un lugar abierto completamente a su disfrute, y si fuera lo último, ¿seguiriamos cuidándolo como lo lleva haciendo 40 años Gianni?
by: María Giménez Gonzalez